Inspiração - Bellas Historias
Ya les aviso que terminaré llorando
Al día siguiente de la muerte de sus gemelos, la bloguera Estéfi Machado escribió una carta a sus amigos diciéndoles que necesitaba llorar y hablar sobre lo que le había ocurrido. Dos años después ella recuerda su historia y dirige a todos un llamamiento: “Cuando estén con una persona que tenga una historia difícil que contar, por favor, no miren al otro lado ni sugieran que hablen de ‘cosas más alegres’”.
En entrevista a Sandra Soares
Tengo un hijo de 8 años.
Desde que tiene 2 años vengo intentando quedarme embarazada otra vez.
Soy la tercera hija en una familia de 5 hermanos y para mí los hermanos son indispensables en la vida de un ser humano.
Después de intentarlo muchas veces, por fin me quedé embarazada. Mi hijo tenía 4 años.
A las 8 semanas del embarazo descubrí que el corazón del bebé nunca había latido, y tuve un aborto incompleto.
Después de mucho llorar y, bueno, tirar adelante, pasé a intentarlo de nuevo, justo después de la primera pérdida. Estuve 2 años intentándolo, hasta que decidí hacer una inseminación artificial. Un proceso muy simple: me estimularon la ovulación, me la monitorearon y, un día, allá estaban dos óvulos prometedores, uno de ellos más “flojito”. Las posibilidades eran mínimas, pero para mi sorpresa, recibí la noticia de que tenía un embarazo y lo celebré con mucha alegría… En la primera ecografía se veía… ¡que había tres corazones!
Una mezcla de alegría, euforia y pánico, mi marido casi se desmaya en la salita oscura, ¡pero el clima era de gol de mundial de fútbol!
Han ido pasando las semanas, ecografías y más ecografías, un día descubrimos que uno de los embriones había dejado de crecer, hecho, al parecer, normal en un embarazo múltiple. El embrión no avanza y al final el cuerpo lo absorbe.
Fue pasando el tiempo y, hay que decirlo, el embarazo de gemelos es realmente agotador…
Es verdad que todo es doble.. los mareos, la presión en la barriga y las pequeñas incomodidades se duplican cuando se esperan a dos bebés.
Yo estaba de 21 semanas, prácticamente en el sexto mes del embarazo, los bebés crecían saludables, cuando tuve una pequeña pérdida de sangre, también algo “normal” en ese tipo de embarazo, ya que el espacio allá adentro es muy justo.
Pero el sangrado fue aumentando y se formó un pequeño coágulo en el útero, que pasó a dar pistas falsas a mi cuerpo, que entró en trabajo de parto para expulsar el coágulo.
Estuve ingresada por más de 10 días para contener las contracciones, sin levantarme de la cama ni siquiera para evacuar, pero la naturaleza fue más fuerte…
En el día 2 de Febrero, día de Iemanyá, parí de parto normal a mis dos bebés, mis dos hijos, que yo sabía no sobrevivirían.
Breno y Cecília ya tenían nombre, cunas, ropitas y una casa nueva, pero no llegaron.
Aún en el hospital tuve que tomarme un medicamento para secar la leche, ya que mi cuerpo no sabía que yo no amamantaría.
Estuve muchos días con los senos ceñidos con gasa, apretados como pies de geisha, para que mi leche no saliera a borbotones, para nadie…
Mi marido estaba a 16 horas de vuelo, y todo fue muy difícil.
Los bebés casi necesitan ser enterrados en ataúdes, pero debido a su peso, no fue obligatorio que se hicieran estos trámites.
Perdí mucha sangre y me sedaron enseguida de la expulsión, así que no hubo ningún ritual de despedida. No hubo negligencia de ninguna parte, apenas la fragilidad del momento…
Volver a casa sin mis hijos, tener que consolarme a mí, a mi marido y a mi hijo, que me esperaba asustado, no fue fácil.
Sé que cada quien tiene sus propios mecanismos para sobrevivir en una batalla. El mío fue hablar.
Al día siguiente del parto escribí una carta a los amigos y a mi familia (vea abajo). Me ayudó sobremanera contar cómo todo había pasado y recibir el cariño de todos a mi alrededor.
Lloré muchísimo, por mucho tiempo y, créanme, todavía me quedan lágrimas por llorar.
Sin embargo, lo que quisiera contar aquí, entre tantas otras cosas valiosas que he aprendido, es que cuando la boca habla, el cuerpo se cura DE VERDAD.
Por lo tanto, cuando estén con una persona que tenga una historia difícil que contar y esa persona se ponga a hablar, por favor, no miren al otro lado ni sugieran que hablen de ‘cosas más alegres’.
Si hablamos del tema es porque realmente necesitamos hacerlo, y créanlo, de alguna forma, a ti te han elegido especialmente para ayudar en ese proceso.
¡Sí! Hablemos del luto.
El corazón y el alma nos lo agradecen.
En medio del torbellino de emociones y sentimientos, Estéfi decidió escribir una carta a sus amigos. Vea abajo:
3 de febrero de 2013.
Amigos queridos…
He recibido tantos mensajes cariñosos de apoyo estos últimos días que decidí agradecerles por aquí y contarles un poco sobre lo que me pasó…
Creo que eso me ayuda a sacarlo de adentro y a tapar un poco el agujero que tengo en el alma…
Como muchos lo saben, yo estaba embarazada de gemelos, ya había llegado al quinto mes…
Ellos ya tenían nombres, personalidades, ropitas, planes y mil sueños…
La semana pasada tuve una pérdida de sangre y fui ingresada en el hospital São Luiz para guardar reposo absoluto e intentar contener el principio de un trabajo de parto.
Pero lo que empezó como un susto, al cabo de unos días se convirtió en un verdadero trabajo de parto.
Lo intentamos todo, todos los recursos, todas las drogas, maniobras, pruebas… Pero el torrente de la naturaleza fue más fuerte…
Jueves y Viernes yo ya tenía contracciones muy intensas, dilatación, y el sábado luché durante todo el día contra el dolor, sin que pudiera hacer mucho, ni siquiera una cesárea se podía hacer, porque estaba perdiendo mucha sangre y corría el riesgo de perder el útero…
Pero con mucha fuerza, y también sufrimiento, por la noche ya tenía suficiente dilatación y pude parir a los dos de parto normal, sin transfusión de sangre y sin cualquier daño para el útero…
Sentí perfectamente cuando nacían y sabía a todo momento que no sobrevivirían…
Todo ello fue y sigue siendo muy doloroso, parece que el dolor no va a pasar nunca, que las lágrimas no van a cesar jamás, pero también tengo la sensación de haber aprendido grandes lecciones…
No es que no me lo merezco, ni que Dios no lo quiso… sino que es imposible contener la fuerza de la naturaleza… Ni antes, planeándolo, tratando de corregir lo que está mal y anticipándose… ni mucho menos después, intentando contener un torrente que es mucho más fuerte que nuestra voluntad…
Espero estar más contenta cuando los vea y los abrace a cada uno de ustedes, pero prepárense las camisetas porque terminaré llorando… ¡Yo sé que en sus camisetas yo puedo hacer eso!
A mis queridas amigas que están embarazadas, y hay muchas, no duden mandarme noticias de sus bebés, quiero visitar a cada uno de ellos con la misma alegría y cariño de antes. El dolor puede convivir al lado del amor.
Un beso muy gordo, agradeciéndoles por cada palabra, cada mensaje de texto. Estoy segura de que me han ayudado mucho y me siguen ayudando hasta ahora.
Estéfi