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El luto de un adolescente

La adolescencia nos hace pensar en diversión, rebeldía e independencia - y no en pérdidas profundas. Lea, a continuación, algunas reflexiones y consejos para poder entender y lidiar con el luto de un adolescente.

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Siempre pensamos en la adolescencia como un momento de diversión, rebeldía e independencia. No como un tiempo de pérdidas profundas. No obstante, al igual que los adultos, los adolescentes también sufren pérdidas.

Debido al carácter desafiador de dicho momento, la experiencia del luto de un adolescente es totalmente única. No son niños, pero tampoco adultos. Los adolescentes que se encuentran en duelo necesitan ayuda para sobrellevar lo que ellos consideran como un momento al cual es imposible sobrevivir.

A excepción de la infancia, ningún período de la vida está tan lleno de cambios cuanto la adolescencia. Una de las primeras transformaciones que deben enfrentar los adolescentes es su propia separación de las familias. Cuando éstos salen del espacio de seguridad de la niñez, los adolescentes comienzan a separarse de sus padres y hermanos para establecer sus propias identidades. Este proceso es completamente normal y necesario. No así, y a pesar de que los adolescentes sienten la necesidad de separarse de sus familias, éstos aún quieren sentirse amados y seguros. Esta ambivalencia puede complicar mucho el proceso del luto, pues, inconscientemente, el adolescente puede pensar lo siguiente: “Si yo estoy en duelo significa que te necesito. Sin embargo, como mi mayor necesidad ahora es la autonomía, no quiero estar en duelo”.

Los amigos, incluyendo novias y novios, pueden convertirse en la fuente más significativa de afirmación y aceptación. Más allá del dolor, la muerte de un amigo hace que el adolescente tome mayor consciencia sobre su propia muerte.

En la adolescencia, los cambios físicos tienen un impacto sobre la autoestima de los jóvenes. Y esos mismos cambios pueden sobrecargarlos aún más durante el proceso del luto. Esas alteraciones los convierten más parecidos a hombres y mujeres adultos, haciéndonos pensar intuitivamente que ellos son emocionalmente maduros y que, por lo tanto, pueden lidiar con el propio luto. Nadie, y aún menos un joven, debe lidiar con el propio luto de manera solitaria.

El colegio, y algunas veces el trabajo, son ambientes legítimos y necesarios para el mundo del adolescente. Estos espacios los ayudan a encontrarse y a conocerse. La muerte de alguien cercano puede colocar al colegio o trabajo “en suspenso”. Esto es normal. No debe esperarse que el desempeño escolar continúe como si nada hubiese ocurrido. Los adultos – padres y profesores- deben entender, e inclusive promover, ese cambio de prioridades.

La muerte de una persona cercana constituye un momento de ruptura para el adolescente, el cual tendrá que comenzar a reconstruir su vida. Con apoyo y comprensión, los adolescentes en duelo aprenden rápidamente que los seres humanos no tenemos un completo control sobre nosotros mismos ni sobre nuestro mundo. Ellos aprenden que el luto es el contrapunto natural del hecho de haber amado. Aprenden que la fe y la esperanza son puntos centrales para hallarle un sentido a todo lo que hacemos en esta vida tan corta. Aprenden cuál es el verdadero valor para lo que significa la alegría de estar vivo.

Lea, a continuación, algunos consejos sobre cómo lidiar con el luto de un adolescente:

  1. Hable sobre la muerte: en general, tocar el tema de la muerte en las conversaciones ayuda a disipar los miedos y a estimular el proceso de aceptación;
  2. Establezca un vínculo de confianza y de confidencialidad: escuche sin juzgar y respete el acuerdo de confidencialidad. No comparta con otras personas las confesiones o conversaciones íntimas;
  3. Preste atención a la comunicación no verbal: el 50% del arte de oír y de estar presente involucra la comunicación no verbal. Mirar a los ojos, inclinarse para oír a la persona, mantener una postura abierta (no cruzar los brazos);
  4. Diga las siguientes palabras: “Lo siento mucho”, “te pienso”, “me importa”, “te amo”, “eres muy importante para mí”, “estoy aquí para cuando lo necesites”, “quiero ayudar”;
  5. Use el nombre de la persona fallecida: cuando esté hablando con el adolescente, haga referencia a la persona fallecida utilizando su nombre;
  6. Acompañe y continúe acompañando: justo después de la muerte, la red de apoyo se intensifica, los parientes y amigos se mantienen cerca. Meses después, esa red disminuye pues las personas retoman sus actividades. Continúe acompañando y dando apoyo. No espere que el adolescente tome la iniciativa. Llámelo, envíele mensajes, visítelo o simplemente invítelo a comer helado.