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Una muerte, diferentes lutos
En la mayoría de las culturas, el llanto es una de las formas más comunes de expresar el dolor y el sufrimiento. Pero, ¿y qué pasa con quien no llora?, ¿significa que no está sufriendo? El sentido común defiende la idea de que quien llora es aquél que está sintiendo intensamente el dolor de la pérdida. Esto llevaría entonces a pensar que el no actúa de esta manera no está sintiendo tristeza. Esta afirmación, además de ser falsa, genera mucha culpabilidad en aquellos que no consiguen expresar de manera visible su sufrimiento por la muerte de un ser querido.
En la misma familia, reacciones diferentes son normales.
Por razones particulares, ligadas muchas veces a la historia de vida y a rasgos de la personalidad, las personas tienen maneras diferentes de expresar sus sentimientos. Algunas personas demuestran la alegría, la tristeza y la preocupación de formas muy claras. Otras son discretas en estas manifestaciones, pero aun así logran liberarlas de alguna manera. Hay quienes tienen una verdadera dificultad para demostrar lo que están sintiendo realmente. Esto no quiere decir, de ningún modo, que no estén sintiendo.
La demostración del dolor no equivale al tamaño de éste. No obstante, es muy común que en el luto familiar surjan comentarios como:
“¿Será que no está sintiendo nada?
“Parece que ni siquiera sintió la muerte de la mamá porque nunca lo vi llorando”.
“No quiso ir al cementerio, no le deben importar las personas que acabaron de sufrir la pérdida”.
Para sobrellevar el luto, es importante que cada persona encuentre su forma de desahogarse, la cual no será necesariamente igual a la de algún otro familiar. Si para algunos ir al cementerio es una forma de encontrar algún alivio y vivir la nostalgia de quien ya se ha ido, para otros, esta visita puede ser altamente estresante, tensa y de poco alivio. El núcleo familiar debe abrir el espacio para que cada miembro demuestre su dolor a su manera y como mejor le convenga.
¿Qué hace que las personas se expresen de forma diferente?
La psicología se ha interesado por estudiar las diferencias individuales en varios campos, incluyendo el del luto. Se sabe que inclusive gemelos idénticos tienen personalidades completamente diferentes, pues cada ser humano es único en su forma de ser, de pensar, de actuar y de sentir. De esta misma manera, hay muchos factores que determinan la forma en la que cada persona reacciona a la pérdida de un ser querido, como la historia de vida, la infancia, pérdidas anteriores, su capacidad de crear vínculos, la relación que tenía con el fallecido, la edad, el sexo, la cultura, entre otras. Así, una misma pérdida produce diferentes procesos de luto dentro de la misma familia.
La forma como un niño manifiesta su tristeza es diferente a la forma de hacerlo de una persona de edad. El momento de la vida en el que perdemos a una persona puede ser un factor importante. Los adolescentes, por ejemplo, están viviendo una etapa en la que la omnipotencia es una característica muy marcada – “puedo vivir al borde del peligro porque nada me va a ocurrir”. El proceso de luto de ellos puede ser altamente influenciado por esta postura, siendo común que tengan actitudes de negación frente a la pérdida de un ser querido.
En general, hombres y mujeres tienen diferentes formas de ser, especialmente porque nuestra cultura impone a los hombres valores rígidos en cuanto a la expresión de sus sentimientos se refiere. Ellos han oído desde su infancia la famosa frase “los hombres no lloran”, lo cual puede influir en que éstos vivan un doloroso proceso de contención de las emociones. En este sentido, las mujeres parecen tener más “autorización social” para manifestar sus sentimientos, mientras que a los hombres les corresponde el papel de ser los restauradores de la familia. Ellos piensan que deben regresar rápidamente a la vida como si nada hubiese ocurrido. Estos patrones de acción, pregonados por la cultura, pueden complicarle la situación a aquéllos que no se ajustan al modelo esperado. Es importante que la familia comprenda las diferentes manifestaciones del luto para que esto no produzca más sufrimiento. Somos personas únicas porque nuestra historia así lo es. Es por esto que tenemos formas completamente únicas de decir lo que sentimos.
Lélia de Cássia Faleiros Oliveira – Psicóloga Clínica, con Maestría y Doctorado en la Universidad de São Paulo y curso de actualización en el LEM – USP (Laboratorio de Estudios sobre la Muerte). Trabaja con personas de luto y desarrolla proyectos de apoyo en instituciones.