Inspiração - Reflexiones
El luto en el budismo
Edición: Laura Capanema
¿Cómo las diferentes filosofías y tradiciones conciben la muerte y el luto? ¿Qué podemos aprender de ellas? Iniciamos esta serie de reflexiones con una charla con Bel Cesar*, psicoterapeuta que actúa según la perspectiva del budismo tibetano. Bel Cesar se dedica a acompañar personas que enfrentan la muerte desde 1990, y también es la madre del lama Michel Rinpoche.
¿Cómo usted se acercó a la religión budista?
El budismo no es una religión sino un sistema de autocuración y autorrealización: un método profundo, una ciencia interior. Es una filosofía que nos enseña sobre el rumbo de los cambios, tanto en la vida cuotidiana como en la muerte. En abril de 1987, una pareja de amigos me pidió que organizara la primera visita del lama Gangchen Rinpoche en Brasil. Nuestra conexión fue inmediata y ya el año siguiente inauguré el primer Centro de Budismo Tibetano del Occidente. Me estaba graduando en psicología, pero ya tenía muy claro que sería el budismo la base de mi trabajo. En 1992 empecé a trabajar desde la perspectiva budista con atención psicoterapéutica y asistencia a pacientes que lidiaban con la muerte.
¿Cuál es la visión del budismo sobre la muerte?
El budismo no entiende la muerte como un evento aislado sino como un cambio en un ciclo de cambios infinito. Es una realidad natural, una oportunidad muy especial de transformar nuestra mente confusa y llevarla a un estado mental de mucha paz. En ese sentido, la muerte no es vista como algo mórbido ni temido, sino como una bonita oportunidad de crecimiento espiritual.
La transición de un ciclo a otro se conoce como bardo: término tibetano que representa un intervalo temporal e intermediario marcado por un comienzo y un final, definidos básicamente entre el fallecimiento y el siguiente renacimiento. Bardo significa “entre” (entre la vida y la muerte, entre el dormir y el despertar). Aprender a identificar los estados mentales que se producen durante el bardo de la vida nos ayuda a disminuir la sensación de extrañeza y misterio que solemos tener con respecto a lo que ocurre cuando morimos, ya que, en ese sentido, el estado post-muerte no es más que la intensificación de lo que nos ha pasado durante la vida. En la muerte “el cuerpo y mente groseros” se separan, pero la “mente sutil” sigue su proceso continuo. El problema no es el morir sino el saber conducir la mente a un estado de continuidad positivo para el futuro renacimiento. Así pues, el budismo nos enseña a incluir la muerte en la vida: a reconocer la naturaleza cíclica y continua de la existencia de todos los fenómenos. Es decir, cuando abandonamos la falsa sensación de permanencia basada en la creencia de que “yo voy a morir un día, pero no ahora”, cultivamos una sensación de urgencia creativa, un sentido profundo de responsabilidad y autoprotección frente a la preciosa oportunidad de estar vivo y consciente. En otras palabras, la vida presente adquiere un sentido más amplio, puesto que no termina en si misma.
¿Cómo podemos ayudar a quien está muriendo?
El principal objetivo debe ser ayudar al otro a adoptar un pensamiento positivo respecto a la partida. Tenemos que observar nuestra relación con la otra persona, pero también entender nuestro propio miedo a la muerte, una vez que el observar y elaborar nuestros miedos abiertamente nos ayuda en el camino hacia la madurez. Cuidar del que se está muriendo es en si mismo una contemplación profunda, y también una reflexión intensa sobre nuestra propia muerte. Es una forma de afrontarla.
¿Cómo se concibe y se vive el luto en el budismo?
Los lamas nos orientan a que, en los días siguientes a la muerte de un ser querido busquemos, principalmente, transmitirle energías positivas (así como debemos evitar discusiones que podrían perturbarlo). Durante 49 días se realizan oraciones y ceremonias. Ése es el periodo en que el fallecido se encuentra en el bardo. En el Tíbet las familias realizan peregrinaciones a lugares sagrados, donaciones a proyectos espirituales y se reúnen con los maestros a rezar (el más grande consuelo que puede tener un tibetano es saber que un maestro está rezando por su pariente). Todas las lecciones y prácticas budistas nos enseñan a aceptar las pérdidas, una vez que aprendemos a transformar la visión arraigada del concepto de permanencia en capacidad de lidiar con la transformación continua de todos los fenómenos de la vida. Cuando hacemos algo por la persona que fallece damos un significado transcendente a su muerte.
¿Qué palabras le brindaría usted a una persona que acabara de sufrir una pérdida muy grande? (aunque que esa persona no sea budista).
El luto es un proceso de choque: el dolor inexorable de una pérdida significativa. Mi principal consejo es que seamos mediadores de nosotros mismos. El budismo nos inspira a no simplemente aceptar nuestras confusiones sino a ir más allá de ellas. Hay que desvendarlas, explorarlas. Ahora bien, qué tan difícil será el aceptarlo va a depender de las circunstancias de la pérdida. Por lo general, es mucho mas difícil aceptar las muertes súbitas, prematuras y violentas, pero tenemos que enfrentarlas cara a cara, sea como sea. Como dice Rachel Naomi Remen en su libro Historias para crecer, recetas para sanar: “El dolor que no se sufre se convierte en una barrera entre nosotros y la vida. Cuando no vivimos el dolor, una parte nuestra queda atrapada en el pasado.”
Sí, sobreviviremos. Muchas veces con la ayuda de aquellos que saben nadar y están dispuestos a ayudarnos, pero solo aprendemos a surfear las holas del dolor cuando aceptamos a relacionarnos con ellas. Me explico: imagínate que el gran sueño de tu vida es viajar a Egipto. Has estudiado el país durante años y cuando llega el momento del viaje, estás a punto de entrar al avión y llega la noticia de que Egipto acaba de declarar estado de sitio y que nadie puede entrar o salir del país. ¿Qué puedes hacer? Tus reservas energéticas todavía están llenas de sueños y expectativas, pero ya no puedes ir al destino que elegiste. En fin, ése es el proceso del luto: parte de la energía que has acumulado la tendrás que dirigir intencionalmente de forma creativa a otro camino.
El budismo nos enseña a ver el dolor como dolor y no como sufrimiento. El dolor es inevitable. Ahora, el sufrimiento de interpretar el dolor como algo equivocado, incómodo o inadmisible, eso sí es opcional. No debemos infligirnos el sufrimiento, interpretando el dolor como castigo, como si dijéramos: “Ah… de no haber hecho eso o aquello…” Creo que lo mejor es aprender a enfrentar la realidad de la pérdida mientras estamos al lado de aquellos que amamos. El luto anticipatorio es una fase en que “bailamos en la cuerda floja”, pues tenemos que prepararnos para la muerte que se nos acerca. Por otra parte tenemos que dedicarnos a quien se está muriendo con toda la presencia y atención posibles.
Usted practica la psicoterapia a la luz del budismo tibetano. ¿Es necesario que uno sea también budista para recibir su asistencia?
No hay una psicoterapia budista propiamente dicha, basada en conceptos y metodologías sino una visión budista sobre las penas humanas y sus métodos de transformación. No se trata de convertir al paciente al budismo sino compartir con él los beneficios de esta filosofía como visión de vida. Las lecciones de Buda son universales, porque tienen que ver con la condición humana, con el sufrimiento del nacer, envejecer, del enfermarse, el morir y con las formas de superar tales penas. Por lo tanto, son lecciones importantes para todas las culturas y religiones.
Si pensamos en la realidad de hoy, 2016, ¿usted cree que la sociedad está más preparada para aceptar la muerte? ¿Cómo el budismo podría contribuir a eso?
Sí y no. Hay cada vez más interés por el campo de los cuidados paliativos y los tratamientos del estrés y el trauma, pero ambos temas siguen siendo un tabú. Más complejo todavía es el tema del suicidio, que por más que se lo niegue, viene creciendo espantosamente. El budismo nos enseña a no negar nada (sea el dolor, sea la muerte) sino lidiar directamente con todas las cosas. Nos ayuda a reflexionar con compasión y sabiduría.
Libros que Bel nos recomienda:
Morrer não se improvisa
Bel Cesar / Editorial Gaia
Esperança diante da morte – Preparando Espiritualmente a Partida
Christine Longaker / Editorial Rocco
O livro tibetano do viver e morrer
Sogyal Rimpoche / Editorial Talento
Vida e morte no budismo tibetano
Chagdud Rimpoche / Paramita Editorial
Quando tudo se desfaz
Pema Chödrön / Editorial Gryphus
Os lugares que nos assustam
Pema Chödrön / Editorial Sextante
Comece onde você está
Pema Chödrön / Editorial Sextante
Histórias que curam
Rachel Remen Naomi / Editorial Agora
Paciente como ser humano
Rachel Remen Naomi / Editorial Summus
Bençãos do meu avô
Rachel Remen Naomi / Editorial Sextante
Um despertar gradual
Stephen Levine / Editorial Pensamento
Meditações dirigidas
Stephen Levine / Editorial Agora
A arte de morrer
Marie de Hennezel e Jean-Yves Leloup / Editora Vozes
E a vida continua
Alexandra Kennedy / Editorial Gente
Vivos no coração
Alexandra Kennedy / Editorial Pensamento
O Livro das Emoções
Ed Gaia / Bel Cesar
Mania de Sofrer
Ed Gaia / Bel Cesar
* Bel Cesar es psicóloga clínica con especialización en musicoterapia en el Instituto Orff de Salzburgo, Austria. Practica la psicoterapia a la luz del budismo tibetano y se dedica a acompañar aquellos que enfrentan la muerte desde 1990. Se dedica también al tratamiento del estrés postraumático con el método S.E.® – Somatic Experiencing (Experiencia Somática), técnica que se utiliza especialmente para tratar pacientes acometidos por el trastorno del estrés postraumático, cuadros de ansiedad, depresión y trastorno de pánico. En 1987, organizó la primera visita del Lama Gangchen Rinpoche a Brasil. Fue directora del Centro de Dharma de la Paz por 16 años. Desde 2004, junto con Peter Webb, realiza actividades de Ecopsicología en la finca Vida de Clara Luz, en Itapevi (São Paulo). Es consejera de la Fundación Lama Gangchen para la Cultura de la Paz. Editó el libro “Oráculo I Lung Ten”, en el que están recopiladas 108 predicciones del Lama Gangchen Rinpoche y otros maestros tibetanos. También es autora de los libros “Viagem Interior ao Tibete” y “Morrer não se improvisa”, “O livro das Emoções”, “Mania de Sofrer”, “ O sutil desequilíbrio do estresse” junto con el psiquiatra Dr. Sergio Klepacz y “O Grande Amor – um objetivo de vida”, junto con el Lama Michel Rinpoche. Todos ellos publicados por la Editorial Gaia.
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