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El arte de despedirse de la vida y la historia sobre la amistad masculina
La película “Truman”, del barcelonés Cesc Gay (2015), se estrenó en Brasil la semana pasada. Esta película narra lo que ocurre durante los cuatro días que Tomás (Javier Cámara) visita a su amigo Julián, acompañándolo en la labor de buscar un nuevo hogar para el perro de raza Bullmastif. Se trata de la despedida de la vida por parte de un hombre de mediana edad – un antiguo “galán”, como él se recuerda a sí mismo en un momento de conmovedora percepción sobre su inexorable decadencia física. La película muestra los aspectos más extraños, tiernos y cruelmente divertidos que caracterizan la amistad de dos hombres (y un perro) frente a una adversidad.
Truman es una película sobre la muerte y la amistad masculina que aborda cuestiones de gran relevancia relativas a ambos asuntos. Es una película sumamente real y valerosa al lograr retratar las situaciones comunes que envuelven la brusca pero, a la vez, amorosa relación entre dos hombres: diálogos cortos, bromas toscas, afectos y cariños medio avergonzados, lealtad a prueba de todo. También muestra la falta de tacto de ambos para lidiar con el duelo anticipatorio.
La decisión de Julián de renunciar a ganar más tiempo, rehusándose a continuar con un tratamiento que exigiría grandes sacrificios, nos hace reflexionar sobre la prolongación de la vida. Este argumento nos hace pensar sobre las consecuencias e impactos que representa la elección de cómo morir, tanto para nosotros como para las personas que nos rodean. Para quien debe tomar la decisión, la alternativa de abandonar los tratamientos no es nada fácil. Tampoco lo es para quien cuida, ama y se siente responsable por el enfermo. Esta decisión, completamente individual, exige coraje y determinación. Y habrá sufrimiento independientemente de la alternativa elegida. En caso de que alguno de nosotros o una persona cercana se vea enfrentada a esta situación, el hablar y pensar sobre ello puede ayudar a comprender y a lidiar con el tema con más sabiduría y compasión.
La película también es un buen retrato de los problemas cotidianos que afectan la rutina de quien está encarando su propio fin. Frente a la perspectiva de la muerte, a Julián no le importa abordar en un restaurante a una pareja de conocidos que finge no haberlo visto para evitar un encuentro incómodo con alguien que ellos saben que está enfermo. Él tampoco duda en cambiar la escéptica visión de ateo que mantuvo toda su vida por el sincero deseo de creer que sí hay alguna cosa “del otro lado”. Finalmente, Julián también toma la honorable decisión de renunciar a su mejor compañero, el gran Truman, con el fin de asegurarse de que éste estará bien después de su partida.
Imposible no reírse, conmoverse o deshacerse en lágrimas con esta película tan bonita.