Inspiração - Lo que recomendamos
Los buenos compañeros
Diario de duelo – Roland Barthes (Edición brasileña publicada por la editorial Martins Fontes) – Durante casi dos años, el autor escribió notas cortas y emocionantes sobre el periodo devastador en que vivió el duelo por la muerte de su madre, a los 84 años.
18 de febrero de 1978
Duelo: aprendí que él es inmutable y esporádico: él no se desgasta, porque no es continuo. Si las interrupciones, los saltos atolondrados hacia la otra cosa vienen de una agitación mundana, de una impertinencia, la depresión se agrava. Pero si esos “cambios” (que hacen lo esporádico) van hacia el silencio, la interioridad, la herida del duelo pasa a un pensamiento más alto. Trivialidad (de la prisa, la precipitación) =/ Nobleza (de la soledad).
19 de marzo de 1978
M. y yo sentimos que, paradójicamente (ya que por el hábito se dice: trabaja, distráete, ve gente) es cuando nos empujan, nos ocupan, solicitan, nos exteriorizan, que sentimos la más grande tristeza. La interioridad, la calma y la soledad la hacen menos dolorosa.
Vivir sin arrepentimiento – Arnaud Maitland (Edición brasileña publicada por la editorial Contraponto)
Maestro en filosofía y psicología budista tibetana, el autor, a raíz del duelo por la muerte de su madre, con Alzheimer, describe el sufrimiento, la vida y la muerte como parte del mismo concepto de transitoriedad.
Vivir sin arrepentimiento trata de la transitoriedad y sus dolores correlatos, grandes y pequeños, de la responsabilidad personal y de otras cuestiones relacionadas con las posibilidades y la limitación humanas. Esos temas son especialmente importantes cuando un segmento cada vez más grande de la sociedad ha llegado o está llegando a la vejez. La vejez y la enfermedad traen consigo una forma específica de sufrimiento frente al cual nuestra sociedad no parece ofrecer mucha orientación.
Según la filosofía budista, no se debe temer el sufrimiento, sea el nuestro o el de los demás. Buda nos enseña a aprovechar las oportunidades de la vida para que seamos plenamente humanos y enfrentemos todo lo que se nos presente sin culpas ni acusaciones.
Cuando enfrentamos nuestros fallos con honestidad y desistimos de la autopiedad y la vergüenza, nos hacemos más fuertes. Con el poder de esa fuerza, podemos corregir nuestros errores. El tiempo nunca deja de ofrecernos nuevas oportunidades.
Cuando aceptamos la certeza de la muerte, entendiendo que la transitoriedad es una característica inextricable de la existencia, y osamos vivir según esa premisa, florecemos como seres humanos. Entonces, cuando miremos atrás, no tendremos miedo ni arrepentimientos, pues veremos una vida que valió la pena.
O Brilho do Bronze – Boris Fausto (Editorial Cosac Naify). El diario del duelo del historiador tras la pérdida de su mujer, Cynira, su compañera de toda la vida. Una mezcla de tristeza, humor y amor en las notas de las visitas constantes al cementerio, de los recuerdos cuotidianos y los melancólicos desafíos de una vida solitaria a los 85 años.
El club de lectura del final de tu vida – Will Schwalbe (Edición brasileña publicada por la editorial Objetiva). Un bello relato autobiográfico del autor, un editor de libros que acompaña la enfermedad terminal de su madre, una mujer admirable cuyos dos últimos años de vida se transforman a partir de la lectura al lado de su hijo, quien la acompaña en las sesiones de quimioterapia. Los títulos leídos, una lista ecléctica con bestsellers, Shakespeare, obras de auto-ayuda, etc., sirven más que nada de inspiración para las conversaciones con las que madre e hijo concluyen, de forma profunda e poética, una historia de amor y admiración mutuos.
H de halcón– Helen Macdonald – (Edición brasileña publicada por la editorial Intrínseca) – en este relato autobiográfico conmovedor, la distinguida autora británica cuenta cómo le devastó el dolor de la pérdida del padre y cómo sobrellevó el luto con el aislamiento y la halconería, arte que siempre le ha fascinado y que practicaba con excelencia. Esta vez, al enseñar a cazar a un joven azor (uno de los más temibles y magníficos especímenes de la familia de los halcones), Helen, al borde de la locura, se lanza a la vida salvaje y se deja consumir por dolores físicos y psíquicos.
Les presento un sentimiento. La pérdida. Pérdida por duelo. Privación. Bereavement, palabra del inglés arcaico, bereavian, que significa “privar, quitar, confiscar, robar”. Quitada, robada. Le pasa a todo el mundo. Pero el duelo, uno lo vive de forma solitaria. Una pérdida impactante es algo que no se puede compartir, no importa qué tanto lo intentes. Imagínense -dije yo una vez a unos amigos intentando explicárselo- imagínense a toda su familia en una sala. Sí, todos ellos. Todas las personas que amas. Entonces, ocurre lo siguiente: llega una persona, entra en la sala y le pega un puñetazo en la barriga a cada uno. A todos ellos. Muy fuerte. Todos se caen al suelo. ¿Vale? Lo que ocurre es lo siguiente: ustedes comparten el mismo tipo de dolor, exactamente el mismo, pero están demasiado ocupados experimentando una agonía completa como para ser capaces de sentir cualquier otra cosa sino soledad. Es lo que se siente.