Inspiração - Como me siento
Está permitido sonreír
Ya hemos discutido bastante sobre la importancia de respetar el tiempo de cada uno y de no apresurar el luto. Por ejemplo, en la excelente entrevista con la Dra. Elaine Gomes dos Reis Alves, ella habla sobre cómo las personas que están “afuera” insisten en “halar” al enlutado hacia la vida que sigue – mucha veces sin respetar sus límites, su ritmo, sus deseos. ¡Definitivamente es necesario tener más paciencia!
No obstante, escuchamos de diversas personas que en un determinado momento del luto, cuando el dolor da su brazo a torcer y aparece una pequeña alegría, un nuevo sentimiento suele sorprender al enlutado: ¡La culpa! Con la ayuda de los especialistas, descubrimos que sentir culpa es absolutamente normal. Quien nunca vivió el luto debe estarse preguntando de qué estamos hablando… “¿Cómo alguien que experimentó tanto dolor puede además sentirse culpable?”. Es muy simple: de alguna manera, quien perdió a alguien puede sentirse culpable por estar alegre bailando en una fiesta, por reírse a la hora del almuerzo en el trabajo, por hacer algo banal durante el día … o por pensar que había olvidado por algunos minutos a la persona que partió.
Aunque no es necesario que sea así, pues nadie debe sentirse culpable por nada, muchas veces esto ocurre. Tal como aprendimos en la entrevista con la Dra. Elaine, la autorización para ser feliz de nuevo puede tardar en llegar, pero ésta es una buena señal dentro del proceso del luto: “Hoy en día ya no se habla del fin del luto. Hablamos sobre el final de un proceso de asimilación. Es este momento cuando el enlutado comienza a hacer planes sin la persona que falleció. En el caso de una viudez, por ejemplo, esto no significa tener una nueva pareja, sino entender que la persona ya no está más aquí y decidir seguir adelante, permitiéndose ser feliz. Esa es una autorización muy complicada porque hay mucho sentimiento de culpa durante el luto. La persona que está de luto se castiga por haber olvidado al ser querido por un día, por algunos minutos. Decidir volver a ser feliz no es una traición. Esa constatación toma un tiempo interno diferente que cada ser humano necesita.”
Ilustración de Marina Papi para ‘¿Y si hablamos del luto?’